Dos
compadres habían ido a trabajar y se hizo de noche. Iban caminando por el monte
y uno le dijo al otro:
–Mira, compadre, esa lumbrita que se ve allá ha de ser dinero.
–¡Qué dinero ni qué nada! Ya estás borracho compadre.
–Tú ven y verás.
Se pusieron a escarbar donde se vio la llamarada. Como a medio metro se toparon con una olla.
–¿No que no, compadre?
–Ahora veremos qué tiene.
El compadre que no creía metió la mano por la boca de la olla. Más tardó en meterla que en sacarla, porque estaba llena de estiércol.
–Es que usted no cree en esto, compadre –le dijo el otro–. Y a lo mejor ese dinero estaba destinado a mí.
Cada quien se fue para su casa. El compadre incrédulo se quedó pensando en lo que había pasado. “Mi compadre se cree todo lo que le dicen –pensó–. Ahora voy a darle una lección para que se le quite lo creído.”
El compadre incrédulo regresó a donde habían escarbado. Ahí estaba la olla llena de estiércol. El hombre la agarró y se fue a la casa de su compadre. Se trepó al techo e hizo un hoyo en su tejado, justo encima de donde estaba la cama de su compadre. Por ahí echó todo el estiércol que había en la olla.
Al otro día, cuando despertó, el compadre creído sintió muy rara la cama.
–Ay, vieja– dijo–, ¿por qué están tan pesadas estas cobijas?
Entonces que alza la cara y va viendo que las cobijas estaban llenas de dinero. Eran puras monedas de oro, de esas de las que había antes.
–Mira, compadre, esa lumbrita que se ve allá ha de ser dinero.
–¡Qué dinero ni qué nada! Ya estás borracho compadre.
–Tú ven y verás.
Se pusieron a escarbar donde se vio la llamarada. Como a medio metro se toparon con una olla.
–¿No que no, compadre?
–Ahora veremos qué tiene.
El compadre que no creía metió la mano por la boca de la olla. Más tardó en meterla que en sacarla, porque estaba llena de estiércol.
–Es que usted no cree en esto, compadre –le dijo el otro–. Y a lo mejor ese dinero estaba destinado a mí.
Cada quien se fue para su casa. El compadre incrédulo se quedó pensando en lo que había pasado. “Mi compadre se cree todo lo que le dicen –pensó–. Ahora voy a darle una lección para que se le quite lo creído.”
El compadre incrédulo regresó a donde habían escarbado. Ahí estaba la olla llena de estiércol. El hombre la agarró y se fue a la casa de su compadre. Se trepó al techo e hizo un hoyo en su tejado, justo encima de donde estaba la cama de su compadre. Por ahí echó todo el estiércol que había en la olla.
Al otro día, cuando despertó, el compadre creído sintió muy rara la cama.
–Ay, vieja– dijo–, ¿por qué están tan pesadas estas cobijas?
Entonces que alza la cara y va viendo que las cobijas estaban llenas de dinero. Eran puras monedas de oro, de esas de las que había antes.
taller
1.
Lee el cuento
Monedas de oro , y responde:
2.
Una vez leído el
cuento define en una sola palabra los siguientes valores, ya sea con el cuento
o con tu vida personal.
·
Incredulidad
·
Amistad
·
Confianza
·
Venganza
·
Compañerismo
·
Humor
3.
¿Con quién relacionas
este refrán? ¿Por qué?
“Cree lo que ves y no lo que oyes”
4.
¿Con cuál personajes
te identificas? ¿Por qué?
______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
5.
¿Cómo te pareció la
historia? ¿Qué harías si te encontraras con un dinero ajeno?, Lo devuelves sí o
no ¿Por qué?
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
6.
Para evaluar la
historia, ¿Cuáles de estas palabras usarías? ¿Por qué?
·
Interesante
·
Entretenido
·
Fácil de comprender
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